De esta semana no pasa. A romper els llambordins. Mami qué será lo que quiere el negro.
Encontré una tienda de discos para mear y no echar gota. Una Championship Vinyl llamada Space Hall. Cerca del Mustafa's Gemuse Döner - muy bueno, por cierto, aunque los más de 30min de cola no lo dejan despegar de lo esporádico. Volviendo a los discos, el local era enorme y extraño; por la distribución de espacios te hacía sentir en un sótano-discoteca molona berlinesa. El abanico de estilos era ancho como para dar a una señora en los pechos cómodamente, y la selección de indie/rock notable. Sólo ver los lp's colgando del escaparate se te abrían los ojos y las piernas te llevaban solas hacia la puerta, como un sonámbulo a la nevera. Al nivel de la Reckless Records de Chicago. Buscaré alguna mañana tonta para pasar un rato escarbando, aunque me da miedo emocionarme, llevando la maleta ya llena como va, y la cartera ya vacía como está. Da gusto estas tiendas que he visto aquí que disponen varios platos para que los clientes escuchen los vinilos antes de decidir comprarlos. Millas de distancia con las en otros lugares ya extraordinarias escuchas de cds con presets de botones. Entrando a la derecha un poco de merchandising, no abrumaba pero estaba lo suficientemente bien tamizado. En fin, lástima no haberla descubierto una semana antes, pues yo sé de dos que hubiérais gozado un rato, y salido con el brazo en jarra.
Dos puertas más allá había otra tienda de cd's que también prometía, pero tras el sopor de vinilos ya ni entré - los pobres cd's se ven ridículos y fríos, sólo válidos para cortar tortilla de papas o jugar a tazos. Para mí mp3 o vinilos, compact disc not anymore.